SARAS dialogó sobre las Humanidades Ambientales
El Instituto Sudamericano para Estudios sobre Resiliencia y Sostenibilidad (SARAS por sus siglas en inglés) celebró el pasado lunes 11 de diciembre su VII ciclo de conferencias denominado en esta oportunidad “Humanidades y Ecología para el siglo XXI”. El evento tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Maldonado, Uruguay, y contó la participación de notables académicos de diversos ámbitos que dialogaron sobre la sinergia existente entre las artes visuales, la literatura y la ética en relación al desarrollo de la conciencia ecológica.
Algunos de los renombrados expositores fueron Eduardo Gudynas, secretario ejecutivo del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES); Jorge Marcone, de la Universidad Rutgers e integrante de SARAS; Mark Anderson, de la Universidad de Georgia; Ana Solari, escritora autora de “El Señor Fischer”; Rachel Price, de la Universidad de Princeton; Leandro Delgado, de la Universidad Católica del Uruguay; entre otros.
Justamente, la diversidad y pluralidad de voces y áreas a las que pertenecen los expositores mencionados dan cuenta del objetivo de la conferencia y el de las propias Humanidades Ambientales. El evento comenzó con la exposición de Gudynas, quien en su disertación, llamada “Sociedad y ambiente. Humanidades y Naturalidades”, planteó muchas de las interrogantes que luego fueron tratadas en el resto de los paneles.
Gudynas dijo que es necesaria una “comprensión de una naturaleza local y global” para dejar de lado “la petulancia” en la que caído el ser humano con respecto a la creencia de que puede “gerenciar y administrar la naturaleza”. En ese sentido, sostuvo que “hay una concepción de que la naturaleza silvestre cabe en la palma de la mano porque se ve en un zoológico o en un documental en la televisión”
Para el experto “esto enfrenta urgencias distintas para lidiar con temas ambientales”, como concebir que “la separación entre social y ambiental no es tal, sino que están solapadas una con otra”. “Según el discurso occidental, la valoración importante (de los recursos) es la valoración económica. La tarea de los últimos años ha sido una tarea de humildad, de entender que hay otros mundos distintos y es imperiosa porque tenemos que trazar todas las posibilidades de desarrollo”, enfatizó el especialista.
Tras la presentación de Gudynas, llegó el turno de los paneles, entre los que se tocaron temas como el cine, el arte plástica, la pintura y la literatura, en relación, claro está, con la ecología.
Los disertantes plantearon una gran diversidad de temáticas, como por ejemplo George Handley, de la Universidad de Brigham Young, quien con su ponencia titulada “Religión, cambio climático y post-secularismo en las Humanidades Ambientales” planteó otro de los temas centrales de la jornada: el de las cosmovisiones.
Handley fue muy enfático al afirmar que se puede “poner en riesgo el clima” al pensar que “es más importante establecer la cosmovisión correcta” que “colaborar entre las diversas cosmovisiones del mundo”.
En este sentido apuntó que “el cambio climático requiere que aprendamos a pensar desde perspectivas múltiples” y “acción de parte de cada área y cada persona”. Por tal razón, exhortó “a implementar diversos discursos”.
Marcone, en tanto, y en relación a lo planteado por Handley, se refirió a la película Avatar, del cineasta James Cameron, de la que criticó el rol del hombre blanco como salvador en el filme y aseguró que “es de rigor lamentar que sea una figura que le menoscaba indirectamente competencia e inteligencia a los líderes indígenas”.
Otra de las muy interesantes ponencias que se presentó fue la de Víctor Vich, de Pontificia Universidad Católica del Perú, quien brindó detalles del Plantón Móvil, un movimiento que ya contó con cuatro manifestaciones en el país incaico y que consiste en intervenir las calles con plantas y flores con el fin de “reclamar una vida más digna”.
Según Vich, “la marcha consigue deconstruir la posición moderna entre naturaleza y cultura para generar nueva articulación entre humanos y plantas”, desde el cuestionamiento de “esa división básica del pensamiento moderno”.
Para el especialista, que recibió varios cuestionamientos con respecto al Plantón Móvil y a su objetivo, “la intervención es como todas las intervenciones en un contexto social, pero no le quita el simbolismo y su aporte a la construcción de un archivo que tiene que funcionar como una imagen a su futuro” porque “el impacto del arte no lo podemos medir en su presente”.
Mirian Carballo, de la Universidad Nacional Argentina, pasó por el análisis estrictamente literario y se refirió a la novela distópica de Pablo Potkin llamada “Un Futuro Radiante”, en el que “catástrofes ambientales urbanas llevan a la sociedad de Buenos Aires a la ley de la selva”.
Carballo sostuvo que el libro es una “descomposición social como efecto de las fallas humanas que provocan las explosiones químicas” y dijo que proyecta una “sociedad indeseable”.
También en el apartado de lo literario, Ana Solari aseguró que ella “no escribe sobre el medio ambiente, sino que es el ambiente el que se mete” en lo que escribe.
Tal vez en este punto conviene remarcar las palabras de Marcone una vez finalizado el evento sobre las sensaciones que le dejó el mismo. El especialista consideró que “hay muchas expectativas de lo que el arte y la literatura pueden hacer por la sostenibilidad y por la resiliencia”, pero dijo no tener “del todo claro que los propios artistas, escritores y literatos entiendan siempre que hay esa expectativa sobre ellos o que estén dispuestas a asumir esa responsabilidad”.
En ese sentido, Marcone llamó a seguir trabajando en el tema y aseguró que cree “que es un proyecto que va a continuar porque las soluciones no van a provenir de un solo sitio y las soluciones tienen que estar de acuerdo a las peculiaridades de la gente y a dónde vive la gente”.
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